Héroes invisibles; la importancia de apoyar la salud física y emocional de quienes cuidan.

El autocuidado no es un acto de egoísmo, sino una herramienta vital. Foto: Shutterstock.

Por: Dra. Mayra Ortiz, gerontóloga clínica y especialista en salud pública y geriatría

El rol del cuidador en Puerto Rico es una pieza fundamental en el sistema de salud y en el bienestar de la población adulta mayor. El perfil del cuidador puertorriqueño refleja mayormente a mujeres entre los 45 y 65 años, familiares directos, quienes brindan apoyo sin remuneración. Suelen combinar el cuidado con responsabilidades laborales, crianza de hijos y gestión del hogar. Esta multiplicidad de tareas coloca al cuidador en un escenario de alta demanda física, emocional y financiera.

Los cuidadores en Puerto Rico enfrentan diversos retos y desafíos. Entre los más frecuentes se encuentran la sobrecarga emocional, el estrés crónico, el agotamiento físico, la falta de apoyo formal, la carencia de recursos económicos y el limitado acceso a servicios de respiro. También es común que experimenten aislamiento social y sentimientos de culpa al intentar equilibrar sus propias necesidades con las del ser querido. A esto se suma la complejidad creciente del manejo de condiciones crónicas, incluyendo respiratorias, demencias y problemas de movilidad, que exige mayor preparación y acompañamiento.

Ante este panorama, es imprescindible recalcar la importancia del autocuidado como estrategia para proteger la salud integral del cuidador. Investigaciones en salud pública y gerontología han demostrado que los cuidadores que incorporan rutinas de autocuidado experimentan menos síntomas de depresión y ansiedad, mayor energía física y una mejor capacidad para tomar decisiones relacionadas al cuidado. El autocuidado no es un acto de egoísmo, sino una herramienta vital para garantizar la sostenibilidad del rol.

Entre las recomendaciones específicas para cuidadores informales y familiares destacan:

1. Establecer límites saludables: Reconocer las propias capacidades y evitar asumir todas las tareas de forma simultánea. Delegar es un acto de sabiduría, no de abandono.

2. Practicar pausas de respiro: Incorporar descansos breves y, cuando sea posible, utilizar servicios de Respiro” para evitar el agotamiento.

3. Buscar apoyo emocional: Participar en grupos de apoyo, terapias individuales o consejería especializada en manejo de estrés y ansiedad.

4. Fomentar la actividad física y la alimentación saludable: Al menos 30 minutos diarios de movimiento y una dieta equilibrada fortalecen la energía y reducen el riesgo de enfermedades.

5. Capacitación continua: Acceder a talleres, guías y recursos educativos que faciliten

la comprensión de la condición del ser querido y optimicen la calidad del cuidado.

La autora “Cuando el Tiempo nos Abraza”, una obra de la doctora Mayra Ortiz, gerontóloga clínica y especialista en salud pública y geriatría. Nos lleva a comprender que el paso del tiempo no es pérdida, sino oportunidad de crecimiento, conexión humana y transformación… Puede adquirirse en Amazon.com